La carpocapsa tiene una media de 3 generaciones al año y sus ciclos de vuelo dependen de la zona. Pasa el invierno en estado de oruga desarrollada completamente y localizada principalmente en las ranuras del tronco y en las ramas de los árboles.
Cuando las condiciones son apropiadas, se transforma en crisálida (en el mes de marzo) durante unos 20 o 30 días en función de las condiciones climáticas, y a partir de la segunda quincena de abril se inicia el vuelo de los adultos. Cada generación dura unos 600 grados día, definidos como la cantidad de calor que un organismo necesita para el desarrollo de su ciclo (ver cuadro: cálculo de los grados día).
Los adultos son de comportamiento crepuscular y las condiciones óptimas para el apareamiento se dan en el momento de la puesta de sol cuando hay temperaturas superiores a 15ºC y humedad relativa superior al 60%. Durante el día los adultos quedan inmóviles sobre los árboles. La puesta se realiza escalonadamente durante toda la vida del adulto que puede poner hasta 50 huevos.
Los huevos necesitan una temperatura mínima de 10ºC para desarrollarse y la temperatura óptima se encuentra en torno a los 28ºC. Para abrirse necesitan acumular 90 grados día. Este parámetro es importante para calcular en qué momento hay que hacer el tratamiento, ya que éste se tiene que hacer antes de que la larva recién nacida penetre el fruto.
Las larvas al eclosionar exploran las dos caras del limbo de la hoja. Si ésta está en contacto con el fruto, penetran y, si no, bajan por el pedúnculo hasta encontrar uno. La búsqueda del fruto puede durar 48 horas y mientras tanto se alimenta del limbo.
La larva pasa por los 5 estadios dentro del fruto y en el estadio L5 sale del fruto para buscar un lugar (las rugosidades del árbol) para crisalidar o para pasar el invierno. Algunas larvas que están en los frutos a la hora de la recolección pasan el invierno en los palets u otros materiales de embalaje y por eso las fincas ubicadas cerca de cooperativas u otros espacios donde se almacena la fruta pueden tener una presión de plaga mayor.
La tercera generación no acaba su ciclo y todas las larvas entran en diapausa. Pero también hay un porcentaje de larvas de la primera generación y segunda que no acaban su ciclo en el año en curso sino el año siguiente.
Tratamientos
Los tratamientos se tienen que hacer en el momento en que hay la máxima eclosión de huevos y antes de que las larvas penetren dentro de los frutos. Para determinar este momento, hay que basarse en las lecturas que se hacen cada semana de las trampas delta, identificando el inicio del vuelo de la primera generación y los momentos en que están los picos de vuelo.
El umbral a partir del cual se considera que hay pico de vuelo no está definido y es variable ya que depende de la parcela. Hay parcelas en que 2 o 3 capturas/semana constituyen el pico de vuelo y otros donde se llega a 15 o 30 capturas/semana. Una manera de saber que se está en un pico de vuelo es comparar la última lectura con la de la semana anterior.
Se presupone que los picos de vuelo coinciden con el momento de máxima puesta. Es en este punto donde se empiezan a contabilizar los grados día. Los huevos se abren pasados 90 grados día y es por eso que el tratamiento lo hacemos en este momento o un poco antes y lo repetimos unos días más tarde para cubrir el mayor número de larvas posible. Mientras se mantiene un pico de vuelo elevado o se encuentran picaduras recientes se siguen haciendo tratamientos. La primera generación acostumbra a ser la más larga y a menudo tiene dos picos de vuelo, por lo cual es en la que hay que hacer más tratamientos. Para las siguientes generaciones, hay que seguir el mismo procedimiento, al menos en el cultivo de manzano. En cada generación es importante realizar uno o dos recuentos de daños en fruto (1.000 frutos/ha) para poder adecuar los momentos en que tienen que hacer los tratamientos y conocer como va el control.
Es importante especialmente a partir de la segunda generación, cuando se pueden solapar nacimientos de finales de la primera generación con los de la segunda o la segunda con los de la tercera en variedades tardías. Habitualmente, las variedades de manzana tempranas no sufren el ataque de la tercera generación.
En el caso del cultivo de peral o membrillo, si acabada la primera generación no se encuentran daños, en general ya no hay que hacer más tratamientos.
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